Biblioterapia
La biblioterapia es una disciplina que inicialmente utiliza la relación de las personas, con la forma y el contenido de libros, como recurso terapéutico. La biblioterapia, así basada en la poesía y otras palabras escritas, es combinada usualmente, con la terapia a través de la escritura. Como una práctica general sanadora, la biblioterapia asume que la lectura tiene buenas propiedades.
Revisando definiciones de
biblioterapia, encontramos una definición muy acertada realizada por Caballo y
Buela-Casal (1991) explicando que se trata del “empleo de materiales escritos
(manuales de autoayuda) para ayudar a los pacientes a modificar su conducta,
sus pensamientos o sus sentimientos”.
No obstante, como es evidente, no
suele aplicarse a todos los pacientes ni en todo tipo de trastornos o problemas
(Feixas y Miró, 1993); tampoco se refiere únicamente a la lectura de
determinada bibliografía, recomendada por el terapeuta sobre el tema
problemático, sino que también implica comentarios adicionales a dicha lectura
debatiendo, los contenidos de la lectura y sus interpretaciones, con el terapeuta
(Cobos y Gavino, 2006; Fortkamp, 2005; Gold, 2008; Cantero y Moruno, 2005).
La biblioterapia se utiliza sola o
como parte de un conjunto de técnicas (Cobos y Gavino, 2006); puede realizarse
de forma individualizada o de forma grupal y es un método cada vez más
utilizado en los tratamientos de depresión, relaciones de pareja, autoestima,
duelo, prevención y tratamiento del “burnout” (Gold, 2008); como
apoyo en el TDC (Trastorno Dismórfico Corporal) (Rosen, 2002); algunas personas
con conductas de riesgo o con TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria )
pueden tomar mayor conciencia de sus alteraciones (Sevillano, 2001); los
trastornos sexuales de la mujer (Hyde, 1995); se ha aplicado con éxito en
problemas en la relación sexual, control de la conducta disruptiva de los
hijos, enuresis y sobrepeso (Cobos y Gavino, 2006); en el caso de adultos con
TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), es recomendable
junto con la psicoeducación y el entrenamiento en habilidades específicas
(Frances y Ross, 2002); a quienes se les ha diagnosticado recientemente algún
trastorno y a sus familiares les puede resulta útil para comprender mejor la
naturaleza del trastorno (Brown, 2003); puede ayudar al paciente a adquirir
mayor conocimiento acerca de las AVD (Actividades de la Vida Diaria ) y cómo
llevarlas a cabo, o para tomar conciencia de la importancia de realizar
determinadas actividades como hacer ejercicio de forma regular o adoptar otros
hábitos saludables (Cantero y Moruno, 2005).
Según Cobos y Gavino (2006), “se
recurre a ella cuando uno de los problemas del cliente es la falta de
información y se considera que al leer sobre el tema se le van a aclarar dudas
y solucionará su problema, ya que la persona no realiza la conducta adecuada, o
la ejecuta mal, porque desconoce la manera de llevarla a cabo adecuadamente”.
Siempre he considerado que los libros
son una excelente compañía, incluso aunque sean electrónicos (hay que adaptarse
al desarrollo tecnológico), nos ayudan en muchos ámbitos de nuestra vida,
para adquirir conocimientos, para desarrollar nuestra imaginación
“viviendo” increíbles aventuras aunque sólo sea en nuestra mente, para
disfrutar de agradables momentos de ocio, etc., pero en esta ocasión vamos a
hablar de una utilidad de los libros que no suele ser tan conocida.
A pesar de aparecer en bastantes
manuales de psicología clínica, en algunos citada de pasada junto con otras
técnicas y terapias, en otros dedicándole un epígrafe o incluso algún capítulo
entero, mucha gente ignora que la biblioterapia se puede utilizar en el
tratamiento de algunos trastornos psicológicos, también es bastante desconocida
la manera en la que se aplica y cómo puede ayudar no sólo a quienes tienen
problemas, sino también a cualquier persona que necesite cierta orientación
psicológica para desenvolverse mejor en alguna faceta de su vida (familiar,
social, laboral, etc.).
Revisando definiciones de
biblioterapia, encontramos una definición muy acertada realizada por Caballo y
Buela-Casal (1991) explicando que se trata del “empleo de materiales escritos
(manuales de autoayuda) para ayudar a los pacientes a modificar su conducta,
sus pensamientos o sus sentimientos”.
No obstante, como es evidente, no
suele aplicarse a todos los pacientes ni en todo tipo de trastornos o problemas
(Feixas y Miró, 1993); tampoco se refiere únicamente a la lectura de
determinada bibliografía, recomendada por el terapeuta sobre el tema
problemático, sino que también implica comentarios adicionales a dicha lectura
debatiendo, los contenidos de la lectura y sus interpretaciones, con el
terapeuta (Cobos y Gavino, 2006; Fortkamp, 2005; Gold, 2008; Cantero y Moruno,
2005).
Requisitos para utilizar con éxito la
biblioterapia
La bibliografía:
La selección de la bibliografía debe
ser un espejo donde el individuo vea reflejado el problema existente y busque
las soluciones al mismo, aunque hay que tener en cuenta que un libro puede
originar distintas reacciones en función de las vivencias personales de quien
lo lea y, en ocasiones, puede resultar interesante la asociación de imágenes al
texto, como en los cuentos infantiles, por tener un mayor
efecto terapéutico (Gold, 2008); ha de ser completa pero breve, para
asegurarse de que va a ser leída por el paciente, debe ser sencilla de leer, no
ha de ser excesivamente técnica, procurando que sea clara y amena (Cobos y
Gavino, 2006).
La bibliografía utilizada puede ser de
dos tipos (Gold, 2008):
Especializada o específica del tema.
Ficción: cualquier tipo de género,
relacionado o no con el problema del paciente. Resulta mucho más sencillo
llegar a identificarse e implicarse con personajes ficticios puesto que, en los
cuentos o en las novelas, los conflictos son intensos y personales, pero se
pueden ver con cierta perspectiva ya que están distanciados en un tiempo y
lugares remotos.
El paciente:
Debe saber leer y además tener
habilidades de lectura que sean adecuadas al nivel de lectura necesario para
abordar el manual recomendado y, por supuesto, leer lo señalado por el
terapeuta (Caballo y Buela-Casal, 1991; Cobos y Gavino, 2006).
Durante la lectura el individuo puede
pasar por una serie de fases como son (Gold, 2008):
Identificación con el personaje y los
hechos de la trama.
Involucración emocional con liberación
de emociones.
Auto-reconocimiento. Identificación de
las posibles soluciones a sus problemas.
Por último, y no por ello menos
importante, ha de atender y participar en el debate con el terapeuta (Cobos y
Gavino, 2006).
El terapeuta:
Los clínicos deberían estar al día en
cuanto a publicaciones que pueden resultar adecuadas a pacientes con diferentes
tipos de necesidades, que puedan ser útiles y estar actualizadas (Brown, 2003);
determinar las necesidades particulares de la situación, establecer los
objetivos de la terapia, seleccionar los libros que reflejen la situación o
sentimientos experimentados por el paciente, realizar las selecciones adecuadas
al nivel de lectura, fomentar la lectura y la relectura, hablar sobre los
sentimientos expresados por los personajes adecuando el lenguaje durante el
debate al nivel cultural del cliente y evaluar la consecución de objetivos
(Cobos y Gavino, 2006; McCloskey y Bulechek, 2005).
Aplicaciones
La biblioterapia se utiliza sola o
como parte de un conjunto de técnicas (Cobos y Gavino, 2006); puede realizarse
de forma individualizada o de forma grupal y es un método cada vez más
utilizado en los tratamientos de depresión, relaciones de pareja, autoestima,
duelo, prevención y tratamiento del “burnout” (Gold, 2008); como
apoyo en el TDC (Trastorno Dismórfico Corporal) (Rosen, 2002); algunas personas
con conductas de riesgo o con TCA (Trastornos de la Conducta Alimentaria )
pueden tomar mayor conciencia de sus alteraciones (Sevillano, 2001); los
trastornos sexuales de la mujer (Hyde, 1995); se ha aplicado con éxito en
problemas en la relación sexual, control de la conducta disruptiva de los
hijos, enuresis y sobrepeso (Cobos y Gavino, 2006); en el caso de adultos con
TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad), es recomendable
junto con la psicoeducación y el entrenamiento en habilidades específicas
(Frances y Ross, 2002); a quienes se les ha diagnosticado recientemente algún
trastorno y a sus familiares les puede resulta útil para comprender mejor la
naturaleza del trastorno (Brown, 2003); puede ayudar al paciente a adquirir
mayor conocimiento acerca de las AVD (Actividades de la Vida Diaria ) y cómo
llevarlas a cabo, o para tomar conciencia de la importancia de realizar
determinadas actividades como hacer ejercicio de forma regular o adoptar otros
hábitos saludables (Cantero y Moruno, 2005).
Según Cobos y Gavino (2006), “se
recurre a ella cuando uno de los problemas del cliente es la falta de
información y se considera que al leer sobre el tema se le van a aclarar dudas
y solucionará su problema, ya que la persona no realiza la conducta adecuada, o
la ejecuta mal, porque desconoce la manera de llevarla a cabo adecuadamente”.
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